17 septiembre 2009

Y septiembre llegó...


... Y con él, irremediablemente, de forma inexorable, el final del verano y el comienzo del trabajo duro. El día a día con los alumnos.

Ayer, después del claustro inicial de curso, la entrega de horarios y las últimas directrices a seguir con la tan popular gripe A, los tutores subimos a las aulas y nos presentamos a nuestros pupilos... Este año lo soy de 1º de Bachillerato, más mayores que el año pasado. En principio se presupone que dan "más juego" que los pequeños. Me explico: mayor interacción, mayor implicación y mayor complicidad. Aunque también es cierto que cuando no es así y descubres que son unos descerebrados infantiles el "golpe" es también más grande... pero no adelantemos acontecimientos... digo más, siempre, o casi siempre, los chicos me sorprenden para bien.


La cuestión es que esta mañana bromeaba con la curiosa casualidad de que precisamente este 17 de septiembre, cuando en el Villa han empezado "en serio" las clases, el día amaneciera terriblemente gris, lluvioso y frío, como para recalcar, remarcar y hasta casi jactarse burlón de que los días de asueto y terraceo estival han llegado a su fin...

Reconozco que este verano más que nunca me ha sabido a poco y que por las razones que comentaba en el post anterior vuelvo con las pilas solo cargadas a medias... aunque también es cierto que el enfrentarme a todo lo que me he enfrentado estos dos meses (y aún no ha acabado, ahí sigo con la rehabilitación y la acupuntura...) me ha hecho crecer en muchos aspectos. Y es literal. Físicamente he tenido casi que aprender de nuevo a caminar de forma "normal" con la pierna izquierda. Tuve que asumir que no podía andar deprisa, que no sabía (que aún no sé si sé porque no me siento segura) correr... que tenía y tengo que tomarme la vida durante unos meses con más calma... que el cuerpo, en definitiva, nos manda señales para que lo cuidemos y no hay que desoírlas...

Todo esto hizo que una serie de problemas a nivel personal y anímico se potenciaran aún más y que fueran digeridos, pensados y procesados de una forma mucho más profunda.
Tomas de decisiones en distintos aspectos. Decisiones de las que os adelanto que me he puesto un año de plazo para independizarme de forma definitiva. Lo necesito como el aire. Y no digo más.





























En cualquier caso y a pesar de los pesares (Cádiz tuvo que anularse, así como Valencia y otras rutas que quedan aplazadas) pude hacer algunos viajes a finales de agosto: Amsterdam, Ibiza y un finde estupendo en Piedralaves (Ávila) con toda la tropa.

A destacar Amsterdam. Maravillosa ciudad en la que podría vivir perfectamente por una temporada. Con una bici, por supuesto. Me conquistaron sus canales, la tranquilidad de sus callejuelas en medio de todo el ajetreo de turistas de la Plaza Dam y el Barrio Rojo y la mentalidad abierta, conversadora, conciliadora de sus gentes.
Volveré. Un pedacito de mi corazón, que en Delft se convirtió en gigante y azul de hecho se quedó allí...

Y ahora toca volver a los libros, los apuntes, los exámenes y las correcciones. Los enfados, los "no soporto a esta clase o a este alumno" y el estrés... Pero también las satisfacciones de los chicos, lo que día tras día aprendemos también de ellos y todo aquello que motiva a que sigamos teniendo vocación por esta profesión tan mediatizada ultimamente con las discursiones sobre la autoridad, el respeto y la búsqueda de culpables para la falta de valores en los adolescentes. Pero ese es otro tema con muchas puntas y matices.

Feliz comenzo de curso.

27 julio 2009

Reflexiones de "la pata coja"


La vida tiene jugadas extrañas. Jugadas que en su momento, y quizá durante mucho tiempo, no llegamos a entender. Algunas terminan cuadrando perfectamente en un plan estratégicamente elaborado por las Hilanderas del destino vital de cada uno, otras siguen sumergidas en la más profunda incógnita de por qué sucedieron... en cualquier caso, yo, que siempre pienso que todo pasa en esta vida por un motivo, me encuentro de repente inmersa en una de estas "zancadillas existenciales". Nada terriblemente grave, por otro lado, sólo un pinzamiento lumbar con nombre de insulto (radiculitis lumbosacra izquierda) producida de la forma más surrealista y por otro lado cómica en que se puede producir una "radiculitis". Pero eso pertenece al plano íntimo e intransferible. (CORRECCIÓN: Las últimas noticias médicas dicen que tengo el nervio tibial dañado y tendré que hacer rehabilitación).

Pues bien, me hallo a 21 de julio (esto ocurrió hace una semana), con mis vacaciones esperándome, mis amigos de terraceo y piscineo infinito y yo andando como un flamenco (pájaro) y cansándome al mínimo esfuerzo encerrada en mi casa todo el santo día.

Ante la posibilidad de entrar en un estado de delirio seguro decido permanecer activa: ordenar papeles como puedo, contestar correos, hablar con los amigos... y LEER.

En apenas una semana me he devorado las tres lecturas que tienen que hacer mis alumnos en septiembre, dos libros que tenía sin terminar desde hace meses y una obra que me regaló mi compañera Julia para mi cumpleaños. Es en esta en la que me detengo: Como una novela de Daniel Pennac. Una maravilla.

Pennac, como profesor de literatura de un instituto, le planta cara a uno de los mayores problemas ante el que nos enfrentamos los docentes o no en la sociedad actual: ¿por qué los adolescentes no leen? ¿qué es lo que falla? ¿qué estamos haciendo mal? ¿dónde está el ávido lector infantil que pedía a su padre/madre "más" cuando de pequeños se le dibujaba ante la imaginación cualquier historia de cuento de hadas? (Oh, aún recuerdo a mi madre leyéndome las Rimas y Leyendas de Bécquer, o La Historia Interminable, o alguna de las aventuras de Sandokan...) Quizá, hoy en día, el primer problema de base es que ni siquiera tenemos ese primer lector que luego perdemos. Las familias desestructuradas, los horarios infinitos de trabajo y el desánimo general hace poco probable que un padre se siente en la cama de su hijo y que antes de dormir le lea un cuento... pero me estoy adelantando, vayamos por partes.

La obra es todo un acicate a la lectura revestido de antimanual de literatura, de lucha contra la pedagogía obsoleta que pulula en muchos departamentos de lengua y literatura. Es un ensayo revestido de monólogo que te produce una placentera reconciliación (si es que había habido algún tipo de distanciamiento) con el deleite de encontrarse frente al universo que plantea un libro, que te hace esbozar una sonrisa, que te produce una secreta alegría, como se produce siempre en la relación íntima que se establece entre un libro y su lector, cuando te sientes identificado con situaciones de aula que plantea, cuando asientes ante la verdad de cada una de sus reflexiones.




























Pennac empieza con una afirmación tajante: "El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo "amar", el verbo "soñar"..." Y es que aquí se plantea el primer problema: la obligación de la lectura conlleva la no lectura. A partir de aquí comienza toda una reflexión sobre el problema lector en el que hay grandes dosis de lucidez y verdad. Vuelvo a ese niño ansioso de saber qué más pasa en el cuento, que pide leer la misma historia una y otra vez, ese pequeño lector que luego se pierde porque la lectura deja de ser un premio y pasa a ser una imposición de un programa de estudios con libros cortados por el mismo patrón planteados "para su edad y desarrollo". No voy a meterme en disquisiciones de qué sería lo más o menos conveniente... Lo que sí me parece incuestionable es que una de las maneras de acercar de nuevo la lectura a los chicos es leyéndoles. Sí, como si fueran otra vez chiquitos. Leerles en voz alta, como los trovadores, modulando la voz, transmitiéndoles la fuerza de la palabra... y con lecturas que nos creamos, que nos gusten, que nos apasionen... Sé que es difícil en las aulas de hoy día que haya el silencio necesario para que 25 adolescentes, en el mejor de los casos, se paren a escucharte, pero yo he tenido por fortuna muchos grupos que sí estaban dispuestos a "poner oído" y me han pedido que fuera yo la que les leyera tal poema o tal obra porque leyéndosela yo "se enteraban, les gustaba", "profe, es que en tu voz suena distinto". Luego serán ellos los que en casa lo repasen o acudan directamente al texto para terminarlo, pero el primer paso está logrado. Les hemos "enganchado".




























No voy a detenerme a reflexionar sobre cada uno de los capítulos del libro, no tiene sentido, pero la obra es mucho más que todo esto. No sólo se habla del error en la forma de acercar el libro al alumno, sino de la actitud derrotista que éstos tienen de antemano ante él; y no sólo se habla de los adolescentes, sino de los adultos lectores y las concesiones que tienen que hacer para leer. No es sólo un libro sobre los libros, sino casi una manera de relación y de elección con tu vida y tu entorno.

La obra concluye con decálogo de los derechos del lector, que no deberes, porque el lector, como ser humano que es es libre de elegir cómo mantener su relación libresca. Estos son:

  • El derecho de no leer un libro.
  • El derecho de saltar las páginas.
  • El derecho de no terminar un libro.
  • El derecho de releer.
  • El derecho de leer lo que sea.
  • El derecho al Bovaryismo (enfermedad textual transmisible).
  • El derecho de leer donde sea.
  • El derecho de buscar libros, abrirlos en donde sea y leer un pedazo.
  • El derecho de leer en voz alta.
  • El derecho de callarse.

¿Intrigado? A ver si lo consigo un poco más.... Aquí van algunas de las que yo considero las mejores frases:
  • Releer no es repetirse, es ofrecer una prueba siempre nueva de amor infatigable.
  • Una lectura bien llevada salva de todo, incluso de uno mismo.
  • ¡Lo más importante era que nos leyera todo en voz alta! La confianza que ponía de entrada en nuestro deseo de aprender... El hombre que lee en voz alta nos eleva a la altura del libro. ¡Da realmente de leer!
  • La lectura no depende de la organización del tiempo social, es, como el amor, una manera de ser.
  • El hombre que lee en viva voz se expone del todo. Si no sabe lo que lee, es ignorante en sus palabras, es una calamidad y eso se nota. (...) Si lee realmente, si pone en ello su saber controlando su placer, si su lectura es un acto de simpatía tanto para el auditorio como para el texto y su autor, si consigue hacer entender la necesidad de escribir despertando nuestras más oscuras necesidades de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la multitud de los que se creían excluídos de la lectura se precipitan detrás de él.
  • "El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal. Habita en bandas porque es gregario, pero lee porque sabe que está solo. La lectura no toma el lugar de nadie más, pero ninguna otra compañía puede remplazarla"

¿Qué me dices? Yo te digo: léelo, pero estoy contradiciendo el primer mandamiento del libro: "leer" no soporta el imperativo... así que ejerce tus derechos como lector y toma tu decisión. Léelo... si quieres :)


01 julio 2009

GRACIAS

Ayer en el Villa se celebró, por fin, el claustro de fin de curso y con ello (después de un imprevisto de última hora solventado hoy) empieza, de verdad, el verano y llegan las ansiadas vacaciones.

Se acabaron las carreras para no perder el tren en Atocha, se acabó subir las escaleras para ir a 1º de la ESO o a 3º, o cambiar de edificio a todo correr porque los de 2º estarían, seguro, liándola en los pasillos... Se acabaron las correcciones, los exámenes, las fotocopias, la ansiedad de no llegar a terminar el temario y los "hasta luego profe" en los pasillos...

Ha sido un año duro.
Mi año de prácticas en un instituto en el que quince profesores estábamos en la misma situación: el curso, la memoria, la memoria del curso, el señor Inspector visitándonos cada dos por tres y el "hasta que no me vea publicada como APTA no me quedo tranquila"...

Pero ha sido, sin lugar a dudas, un año genial a nivel humano y docente. Las comidas pantagruélicas antes del curso de prácticas, Lucas tirándonos gominolas en las ponencias, las reuniones improvisadas en la sala de profesores, las tostadas de aceite y tomate de Manoli en la cafetería.... y mis niñas, mis compañeras y amigas... ¿qué decir de esos viajes en tren y bus al instituto? ¿cuántas confesiones? ¿cuántos consejos? ¿cuántas risas? Sin duda lo que más voy a echar de menos es volver a pasear por los pasillos del Ies con "mis ángeles" al lado levantando envidias, filias y fobias...

Un apartado especial lo tienen mis alumnos. No voy a realizar una enumeración exhaustiva de la cantidad de mensajes, regalos y abrazos que he podido recibir en estas dos semanas de fin de curso. No quiero ser demasiado pedante. Pero sí me voy a permitir unas breves líneas de autoafirmación y autocomplacencia profesional y personal.

Me quedo con cada uno de vuestros gestos, vuestras sonrisas, vuestras lágrimas sinceras por la posibilidad de no vernos el año que viene, con cada una de vuestras palabras. Pero hay algo de lo que me enorgullezco sobre todo, algo en lo que habéis coincidido todos vosotros sin saberlo; mis alumnas de tutoría en sus correos, Sara y Sandra en ese vídeo que me hicisteis y que no puedo ver sin que se me salten las lágrimas... todos me agradecéis el que aparte de haberos sabido transmitir mi asignatura os haya enseñado a ser mejores personas, a aceptaros como sois y a aceptar y respetar a los demás... y eso es más importante que cualquier poeta o que cualquier análisis sintáctico... GRACIAS A VOSOTROS. Por todo.

Un año académico se cierra. El año que viene no sé dónde estaré ni qué alumnos me recibirán, ni cómo me recibirán... pero ahora tengo dos meses por delante, dos meses para descansar, para viajar, para recopilar experiencias, recuerdos e imprimir en la memoria y en el alma nuevas fotografías vitales.

El verano siempre es para mí un momento catártico, renovador, el del año pasado lo fue. Este me llevará a Cádiz, a Amsterdam y tendrá probables escapadas de fin de semana a Valencia que culminarán, para empezar bien el curso, con una última huída a Ibiza... Y dónde surja... A disfrutar.


























.

.... El ramo resiste chicos :=)

.

10 junio 2009

Me siento bien...

Y es que....

... Por mucho que me queje (y me quejaré) de que mi vida no está aún completa y sigue cojeando en muchos aspectos....

... Por mucho que me lamente (y me lamentaré) de mi poca fortuna en la "elección de mis complementos", de la excesiva frecuencia de "complementos circunstanciales superfluos" en mi camino y la decepcionante ausencia de un "complemento directo" con unas mínimas condiciones (malditas expectativas...)

... Este Sujeto agente que soy yo decide los verbos que quiere conjugar, y procura elegir todos los positivos que se hallan en el diccionario de la RAE. Asimila, se cuestiona y critica, ama, siente y se empapa de todo lo que le rodea....






















Porque después de muchos años, puedo decir y digo, sin duda, con una sonrisa infinita, que en este preciso instante tengo la vida que quiero, que estoy en mi mejor momento y me siento llena de vida, como una adolescente que quiere comerse el mundo... que me siento bien y eso es MARAVILLOSO.


"Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo". San Francisco de Sales.

A vivir...

18 mayo 2009

Ustedes y nosotros.

"Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo".

No te quiero decir adiós... y sin embargo sé que no me queda más remedio que asumir la pérdida...

Estas letras no estaban previstas. Esta entrada debía hablar de mi viaje a Portugal y no de tu abandono. Sí, abandono, porque nos dejas un poco más sólos y más tristes...

Lo escribiste en "Presagios", no hay presagio más fiable que la muerte, pero siempre me he negado a creer, ingenua como una niña, que un día no superaras tus recaídas de salud. Y anoche la enfermedad te pudo, te rompió definitivamente e hizo que cerraras los ojos a la vida a los 88 años en tu Montevideo.

Tú que resististe una dictadura que te persiguió a muerte. Tú que te sobrepusiste a la muerte de Luz (y qué nombre tan metafórico porque siempre fue tu luz...) te me has ido. Y es que probablemente por todo ello, porque somos la consecuencia de nuestro pasado, porque vamos cargando en los hombros toda una vida de dolor, de rabia y de amor, llevabas muriéndote desde hacía tiempo. Herido por el coraje de un país herido. Herido por la muerte hace tres años de la que fue el único amor de tu vida. Herido por los que antes de ti se fueron yendo y que te hicieron empezar a pensar para qué ("Me he ido quedando sin mis escogidos/ los me dieron vida/aliento/paso/ de soledad con su llamita tenue/ y el olfato para reconocer/ cuánta poesía era de madera/ y crecía en nosotros sin saberlo/ Me he quedado sin proust y sin vallejo/ sin quiroga ni onetti ni pessoa/ ni pavese ni walsh ni paco urondo/ sin eliseo diego sin alberti/ sin felisberto hernández sin neruda/ se fueron despacito en fila india"). Te me ibas desangrando, Mario.

No recuerdo cuándo empecé a admirarte. Es curioso. Recuerdo perfectamente cuándo empecé a adorar a Bécquer. La culpa la tuvo mi madre que me leía sus poesías modulando la voz... pero no recuerdo exactamente cuándo tus versos se colaron entre mis lecturas recurrentes.
Posiblemente fuese en la facultad, cuando nos mandaron un trabajo de poesía hispanoamericana del siglo XX y te elegí. Para ello compré un pequeño libro, El amor, las mujeres y la vida, tus tres hitos, tus tres pilares, y desde entonces no he podido dejar de leerte. Tengo ese librito lleno de anotaciones, de páginas dobladitas, de señales y recuerdos... ese fue el primero. Y el último, hace unos meses, uno de cuentos, Vivir adrede, (paradójico, ¿no crees?) que empecé cuando estabas con nosotros y voy a terminar en tu ausencia...

No te olvido ni lo haré. Porque eras bueno, porque eras inmenso en tu inmensa timidez, porque me hacías conservar la esperanza de que aún es posible que existan hombres capaces de amar de forma leal, sincera y eterna. Porque dabas voz a sentimientos que los demás no somos capaces de parir. Y me emociono leyendo que, como yo, odiabas el pescado con espinas (fíjate qué tontería) y me entristece el alma saber que no voy a poder volver a decir que "mi Mario (perdona las confianzas) ha publicado un nuevo libro", que nunca voy a poder estremecerme asistiendo a uno de tus recitales de poesía (qué afortunada fuiste, Julia)... Pero siempre me quedarán tus versos, tus entrevistas, tu voz. Siempre te recordaré recitando tus poemas en alemán, idioma que manejabas a la perfección, en El lado oscuro del corazón, esa joya hecha cine.

Nos dejaste bien claro que existían "dos bandos": ustedes y nosotros. Los de los intereses, los falsos y desleales, los de las apariencias, los prepotentes y orgullosos, los que no tienen ideales... Y los sencillos, los sinceros, los fieles a sus ideales, los que persiguen sus sueños... los poetas de la utopía.

Déjame quedarme en "tu bando", en el bando de la alegría, el compromiso y el amor, en el bando de los que seguimos pensando que las palabras pueden cambiar al hombre y al mundo...















Te quiero

Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Qué triste me has dejado el alma, Mario...

.

09 abril 2009

La bella durmiente visita a Platonov...

Ayer, miércoles santo, fue un buen día.

Empezó con una suculenta comida en la casa de mi hermano, siguió con un "apaciguamiento", que no cierre total, de ciertas desavenencias y una tarde planificada para mí y mi disfrute.

Primera parte de la tarde:

La primera parada en el camino en una tarde madrileña luminosa y tranquila fue el Museo del Prado para ver la exposición de "La bella durmiente, pintura victoriana del Museo de Arte de Ponce"

Hago una adaptación y resumen de la información del folleto explicativo (aquí podéis ver y escuchar la muestra de las pinturas comentada):

La exposición muestra diecisiete obras de artistas representativos de la pintura victoriana que forman parte de la colección del puertorriqueño Museo de Arte de Ponce, fundado por el coleccionista Luis A. Ferré.
Las obras se producen en la segunda mitad del siglo XIX, durante el reinado de la Reina Victoria (de 1837 a 1901), un periodo de grandes cambios sociales y políticos en el que, en medio de la revolución industrial, la sociedad británica pasa de ser rural a urbana, propiciando que la clase media, cada vez más culta y más rica, se aficionase al coleccionismo, lo que favoreció también al desarrollo de la pintura victoriana.

Estos artistas, pertenecientes en sus distintas etapas a la "Hermandad Prerrafaelita" trataban de reformar el frívolo arte académico predominante y simpatizaba con lo directo y sincero del atre pasado. Afrontaban sus pinturas -muchas veces inspiradas en temas religiosos, literarios o históricos- con gran seriedad, representando momentos de intenso sentimiento...

En un principio, la Hermandad Prerrafaelita fue objeto de duras críticas por su estética radical, el empleo del claroscuro y fuertes colores locales, las composiciones poco convencionales y por el monograma "PRB" (Pre-Raphaelite Brotherhood) que aparecía en sus obras y que indujo a pensar que se trataba de una sociedad secreta relacionada con las revoluciones y los movimientos obreros que tenían lugar en Europa.

La segunda etapa del Prerrafaelitismo (mi favorita), desde mediados de los cincuenta, estuvo dominada por Edward Coley Burne-Jones y Dante Gabriel Rossetti, quienes se alejaron del sentido de responsabilidad moral y social de los primero prerrafaelitas y se acercaron al movimiento Estético y Simbolista. Produjeron pinturas en las que se mezclaban elementos medievales y clásicos, frecuentemente exaltando la belleza femenina de la femme fatale, y trataron el tema de la introspección, el sueño, la muerte y la evasión de la realidad.

Por último, Frederic Leighton, figura principal del Movimiento Clasicista, estuvo muy influenciado por la corriente de Esteticismo y del "arte por el arte". Su pintura Sol ardiente de junio, que aparece bajo estas líneas, se ha convertido en todo un símbolo del arte lírico basado en la idealización y la evasión de la realidad de fin de siglo y es la obra más célebre de este Museo y cartel de la exposición.

























Como ya he comentado entre paréntesis mi etapa preferida del Prerrafaelismo o Prerrafaelitismo es la segunda. La onírica, la de los sueños y los símbolos. La que reproduce los mitos celtas y ciclo del rey Arturo, Avalon y Morgana. La de la muerte de Ofelia y las mujeres hermosas, misteriosas, con vestidos vaporosos y mirada perdida.... Supongo que como buena romántica y amante del arte es inevitable...

Críticas, que las hay: la exposición es muy muy muy escasa, apenas diecisiete cuadros que ves tranquilamente en poco más de media hora, aunque luego siempre puedes pasarte por el resto de salas del Prado y volver a ver a Goya, Velázquez o el Greco que es lo que hice yo y nunca está demás.
Pero sobre todo lo que más me molestó y que me parece un robo en toda regla es la tienda del Prado relacionada con la exposición. Yo quería comprarme el póster del cuadro de Frederic Leighton que es maravilloso. Pues bien, llegas allí, compras el póster (6 euros) y cuando llegas a tu casa y lo abres te encuentras con un inmenso logotipo de la exposición, el museo Ponce y el Prado en medio de la pintura.... Estoy casi segura que en el póster de muestra no aparecía porque sino no lo hubiera comprado... Pues eso, indignada me hallo.

Segunda parte de la tarde:

Sobre las ocho de la tarde salí del Prado y caminé Paseo de Recoletos dirección la Castellana hasta la calle Tamayo y Taus, al Teatro María Guerrero, donde una amiga que trabaja allí me "invitaba" a la representación de Platonov, de Antón Chéjov. Para ver el videoblog de la obra podéis pinchar aquí.

Como en la exposición os hago un pequeño extracto del programa de mano de la obra:

"En esta obra de juventud de Anton Chéjov son reconocibles ya todos los temas, personajes y obsesiones del gran autor ruso.

El protagonista principal es Mijáil Platonov, un desilusionado maestro de escuela de provincias, un personaje ambiguo que se hunde en la desesperación.

Desaparecida durante años y considerada inacabada por su autor, una copia de la obra, sin título, apareció en los años veinte en una caja fuerte de un banco de Moscú.

Ha conocido múltiples versiones y poco a poco se ha ido convirtiendo en una ineludible referencia y en otro de los grandes títulos de la dramaturgia chejoviana."





























Debo confesar que no pude controlar las lágrimas en dos ocasiones. En un momento devastador y durísimo de la segunda parte y cuando acabó, cuando salieron los actores a saludar, entre los "bravos" y los aplausos sin fin.

La adaptación del texto ha hecho que lo que en principio hubieran sido nueve horas de representación se quedara en tres con diez minutos de descanso. Sinceramente yo hubiera preferido una "sesión continua" a pesar del "dolor de trasero" pero es que la tensión dramática se corta y cuesta recuperar el ritmo. Aun así la obra me encantó.

Los actores están maravillosos empezando por Pere Arquillué (Platonov) y continuando por Carmen Machi que representa el papel de la esposa comedida y sumisa, producto perfecto de la Rusia conservadora y que sorprende en un papel dramático lejos del que nos tiene acostumbrados en Aída.

La puesta en escena y el montaje de Gerardo Vera es fabuloso, capaz de crear distintos ambientes con trasparencias, vídeos proyectados, luces y una preciosa música rusa de fondo en determinados momentos de la obra.

Hacer un comentario y análisis de este texto me llevaría páginas y páginas y no creo que sea el propósito del blog hacer una crítica literaria o teatral exhaustiva que no haría otra cosa que aburrir...

Sí os dejo mi impresión: la obra es una muestra de cada uno de los personajes representativos de la sociedad rusa de finales del siglo XIX, un mundo corrupto, decadente, hipócrita y cruel condenado a extinguirse. Un mundo que devora a sus personajes y les destruye, donde ninguno de ellos es capaz de cumplir sus sueños e ideales de juventud y se ha visto abocado a aceptar la vida que le ha tocado vivir o que por el contrario se engaña pensando que tiene lo que desea.

Sobre todos estos personajes destaca Platonov, un profesor de escuela provinciano que se revela contra toda esta hipocresía y vulgaridad, que ataca a todos y a todo, que se niega a aceptar la mediocridad de la vida pero que, y esto es lo más terrible, está tan herido por la sociedad como todos los demás, y no sólo no se salvará sino que arrastrará a la destrucción a los que más ama.

Esa es la verdadera tragedia de la obra. El personaje que Chejov elige para representar su crítica está tan dañado por lo que le rodea que termina, sin quererlo, volviéndose un ser profundamente dañino para los hijos de la madre Rusia que le han convertido en lo que es. Platonov intentará luchar contra su particular "fatum" que le domina como si fuese un personaje de una tragedia, y precisamente, después de gritar asumiendo lo irrisorio de la vida "comedia finita est" acepta su derrota y confiesa que le aterra vivir, que le aterra abrir los ojos, porque lo que en el fondo le pasa, y esta es mi opinión, es que el desencanto vital le ha convertido en un cínico y un cobarde que carga su ira contra todos pero que no es capaz de tomar las riendas de su vida, igual que todos los demás personajes de la obra....

No hay que olvidar que Chéjov pertenece a la corriente literaria del naturalismo con sus seres inadaptados y devorados por el medio y esto va a ser una constante en todas sus obras.

No voy a comentar nada más. Id a verla. Es durísima y después de que el telón cae tardas en volver a la realidad unas cuantos minutos, intentando asumir todo lo que te acaban de lanzar y que no puedes evitar en ocasiones proyectar en tu propia vida... Y quizá, por todo y por eso, por el efecto catártico que tiene sobre ti merece la pena.

Lo que es la vida... seguimos igual.... Parece que en este mundo siguen sin tener cabida los ideales...

En resumen, a pesar de los pesares ambas actividades culturales son ampliamente recomendables. Disfrutad de ellas si podéis.