... Y con él, irremediablemente, de forma inexorable, el final del verano y el comienzo del trabajo duro. El día a día con los alumnos.
Ayer, después del claustro inicial de curso, la entrega de horarios y las últimas directrices a seguir con la tan popular gripe A, los tutores subimos a las aulas y nos presentamos a nuestros pupilos... Este año lo soy de 1º de Bachillerato, más mayores que el año pasado. En principio se presupone que dan "más juego" que los pequeños. Me explico: mayor interacción, mayor implicación y mayor complicidad. Aunque también es cierto que cuando no es así y descubres que son unos descerebrados infantiles el "golpe" es también más grande... pero no adelantemos acontecimientos... digo más, siempre, o casi siempre, los chicos me sorprenden para bien.
La cuestión es que esta mañana bromeaba con la curiosa casualidad de que precisamente este 17 de septiembre, cuando en el Villa han empezado "en serio" las clases, el día amaneciera terriblemente gris, lluvioso y frío, como para recalcar, remarcar y hasta casi jactarse burlón de que los días de asueto y terraceo estival han llegado a su fin...
Reconozco que este verano más que nunca me ha sabido a poco y que por las razones que comentaba en el post anterior vuelvo con las pilas solo cargadas a medias... aunque también es cierto que el enfrentarme a todo lo que me he enfrentado estos dos meses (y aún no ha acabado, ahí sigo con la rehabilitación y la acupuntura...) me ha hecho crecer en muchos aspectos. Y es literal. Físicamente he tenido casi que aprender de nuevo a caminar de forma "normal" con la pierna izquierda. Tuve que asumir que no podía andar deprisa, que no sabía (que aún no sé si sé porque no me siento segura) correr... que tenía y tengo que tomarme la vida durante unos meses con más calma... que el cuerpo, en definitiva, nos manda señales para que lo cuidemos y no hay que desoírlas...
Todo esto hizo que una serie de problemas a nivel personal y anímico se potenciaran aún más y que fueran digeridos, pensados y procesados de una forma mucho más profunda.
Tomas de decisiones en distintos aspectos. Decisiones de las que os adelanto que me he puesto un año de plazo para independizarme de forma definitiva. Lo necesito como el aire. Y no digo más.
En cualquier caso y a pesar de los pesares (Cádiz tuvo que anularse, así como Valencia y otras rutas que quedan aplazadas) pude hacer algunos viajes a finales de agosto: Amsterdam, Ibiza y un finde estupendo en Piedralaves (Ávila) con toda la tropa.
A destacar Amsterdam. Maravillosa ciudad en la que podría vivir perfectamente por una temporada. Con una bici, por supuesto. Me conquistaron sus canales, la tranquilidad de sus callejuelas en medio de todo el ajetreo de turistas de la Plaza Dam y el Barrio Rojo y la mentalidad abierta, conversadora, conciliadora de sus gentes.
Volveré. Un pedacito de mi corazón, que en Delft se convirtió en gigante y azul de hecho se quedó allí...
Y ahora toca volver a los libros, los apuntes, los exámenes y las correcciones. Los enfados, los "no soporto a esta clase o a este alumno" y el estrés... Pero también las satisfacciones de los chicos, lo que día tras día aprendemos también de ellos y todo aquello que motiva a que sigamos teniendo vocación por esta profesión tan mediatizada ultimamente con las discursiones sobre la autoridad, el respeto y la búsqueda de culpables para la falta de valores en los adolescentes. Pero ese es otro tema con muchas puntas y matices.
Feliz comenzo de curso.