27 julio 2009

Reflexiones de "la pata coja"


La vida tiene jugadas extrañas. Jugadas que en su momento, y quizá durante mucho tiempo, no llegamos a entender. Algunas terminan cuadrando perfectamente en un plan estratégicamente elaborado por las Hilanderas del destino vital de cada uno, otras siguen sumergidas en la más profunda incógnita de por qué sucedieron... en cualquier caso, yo, que siempre pienso que todo pasa en esta vida por un motivo, me encuentro de repente inmersa en una de estas "zancadillas existenciales". Nada terriblemente grave, por otro lado, sólo un pinzamiento lumbar con nombre de insulto (radiculitis lumbosacra izquierda) producida de la forma más surrealista y por otro lado cómica en que se puede producir una "radiculitis". Pero eso pertenece al plano íntimo e intransferible. (CORRECCIÓN: Las últimas noticias médicas dicen que tengo el nervio tibial dañado y tendré que hacer rehabilitación).

Pues bien, me hallo a 21 de julio (esto ocurrió hace una semana), con mis vacaciones esperándome, mis amigos de terraceo y piscineo infinito y yo andando como un flamenco (pájaro) y cansándome al mínimo esfuerzo encerrada en mi casa todo el santo día.

Ante la posibilidad de entrar en un estado de delirio seguro decido permanecer activa: ordenar papeles como puedo, contestar correos, hablar con los amigos... y LEER.

En apenas una semana me he devorado las tres lecturas que tienen que hacer mis alumnos en septiembre, dos libros que tenía sin terminar desde hace meses y una obra que me regaló mi compañera Julia para mi cumpleaños. Es en esta en la que me detengo: Como una novela de Daniel Pennac. Una maravilla.

Pennac, como profesor de literatura de un instituto, le planta cara a uno de los mayores problemas ante el que nos enfrentamos los docentes o no en la sociedad actual: ¿por qué los adolescentes no leen? ¿qué es lo que falla? ¿qué estamos haciendo mal? ¿dónde está el ávido lector infantil que pedía a su padre/madre "más" cuando de pequeños se le dibujaba ante la imaginación cualquier historia de cuento de hadas? (Oh, aún recuerdo a mi madre leyéndome las Rimas y Leyendas de Bécquer, o La Historia Interminable, o alguna de las aventuras de Sandokan...) Quizá, hoy en día, el primer problema de base es que ni siquiera tenemos ese primer lector que luego perdemos. Las familias desestructuradas, los horarios infinitos de trabajo y el desánimo general hace poco probable que un padre se siente en la cama de su hijo y que antes de dormir le lea un cuento... pero me estoy adelantando, vayamos por partes.

La obra es todo un acicate a la lectura revestido de antimanual de literatura, de lucha contra la pedagogía obsoleta que pulula en muchos departamentos de lengua y literatura. Es un ensayo revestido de monólogo que te produce una placentera reconciliación (si es que había habido algún tipo de distanciamiento) con el deleite de encontrarse frente al universo que plantea un libro, que te hace esbozar una sonrisa, que te produce una secreta alegría, como se produce siempre en la relación íntima que se establece entre un libro y su lector, cuando te sientes identificado con situaciones de aula que plantea, cuando asientes ante la verdad de cada una de sus reflexiones.




























Pennac empieza con una afirmación tajante: "El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo "amar", el verbo "soñar"..." Y es que aquí se plantea el primer problema: la obligación de la lectura conlleva la no lectura. A partir de aquí comienza toda una reflexión sobre el problema lector en el que hay grandes dosis de lucidez y verdad. Vuelvo a ese niño ansioso de saber qué más pasa en el cuento, que pide leer la misma historia una y otra vez, ese pequeño lector que luego se pierde porque la lectura deja de ser un premio y pasa a ser una imposición de un programa de estudios con libros cortados por el mismo patrón planteados "para su edad y desarrollo". No voy a meterme en disquisiciones de qué sería lo más o menos conveniente... Lo que sí me parece incuestionable es que una de las maneras de acercar de nuevo la lectura a los chicos es leyéndoles. Sí, como si fueran otra vez chiquitos. Leerles en voz alta, como los trovadores, modulando la voz, transmitiéndoles la fuerza de la palabra... y con lecturas que nos creamos, que nos gusten, que nos apasionen... Sé que es difícil en las aulas de hoy día que haya el silencio necesario para que 25 adolescentes, en el mejor de los casos, se paren a escucharte, pero yo he tenido por fortuna muchos grupos que sí estaban dispuestos a "poner oído" y me han pedido que fuera yo la que les leyera tal poema o tal obra porque leyéndosela yo "se enteraban, les gustaba", "profe, es que en tu voz suena distinto". Luego serán ellos los que en casa lo repasen o acudan directamente al texto para terminarlo, pero el primer paso está logrado. Les hemos "enganchado".




























No voy a detenerme a reflexionar sobre cada uno de los capítulos del libro, no tiene sentido, pero la obra es mucho más que todo esto. No sólo se habla del error en la forma de acercar el libro al alumno, sino de la actitud derrotista que éstos tienen de antemano ante él; y no sólo se habla de los adolescentes, sino de los adultos lectores y las concesiones que tienen que hacer para leer. No es sólo un libro sobre los libros, sino casi una manera de relación y de elección con tu vida y tu entorno.

La obra concluye con decálogo de los derechos del lector, que no deberes, porque el lector, como ser humano que es es libre de elegir cómo mantener su relación libresca. Estos son:

  • El derecho de no leer un libro.
  • El derecho de saltar las páginas.
  • El derecho de no terminar un libro.
  • El derecho de releer.
  • El derecho de leer lo que sea.
  • El derecho al Bovaryismo (enfermedad textual transmisible).
  • El derecho de leer donde sea.
  • El derecho de buscar libros, abrirlos en donde sea y leer un pedazo.
  • El derecho de leer en voz alta.
  • El derecho de callarse.

¿Intrigado? A ver si lo consigo un poco más.... Aquí van algunas de las que yo considero las mejores frases:
  • Releer no es repetirse, es ofrecer una prueba siempre nueva de amor infatigable.
  • Una lectura bien llevada salva de todo, incluso de uno mismo.
  • ¡Lo más importante era que nos leyera todo en voz alta! La confianza que ponía de entrada en nuestro deseo de aprender... El hombre que lee en voz alta nos eleva a la altura del libro. ¡Da realmente de leer!
  • La lectura no depende de la organización del tiempo social, es, como el amor, una manera de ser.
  • El hombre que lee en viva voz se expone del todo. Si no sabe lo que lee, es ignorante en sus palabras, es una calamidad y eso se nota. (...) Si lee realmente, si pone en ello su saber controlando su placer, si su lectura es un acto de simpatía tanto para el auditorio como para el texto y su autor, si consigue hacer entender la necesidad de escribir despertando nuestras más oscuras necesidades de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la multitud de los que se creían excluídos de la lectura se precipitan detrás de él.
  • "El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal. Habita en bandas porque es gregario, pero lee porque sabe que está solo. La lectura no toma el lugar de nadie más, pero ninguna otra compañía puede remplazarla"

¿Qué me dices? Yo te digo: léelo, pero estoy contradiciendo el primer mandamiento del libro: "leer" no soporta el imperativo... así que ejerce tus derechos como lector y toma tu decisión. Léelo... si quieres :)


01 julio 2009

GRACIAS

Ayer en el Villa se celebró, por fin, el claustro de fin de curso y con ello (después de un imprevisto de última hora solventado hoy) empieza, de verdad, el verano y llegan las ansiadas vacaciones.

Se acabaron las carreras para no perder el tren en Atocha, se acabó subir las escaleras para ir a 1º de la ESO o a 3º, o cambiar de edificio a todo correr porque los de 2º estarían, seguro, liándola en los pasillos... Se acabaron las correcciones, los exámenes, las fotocopias, la ansiedad de no llegar a terminar el temario y los "hasta luego profe" en los pasillos...

Ha sido un año duro.
Mi año de prácticas en un instituto en el que quince profesores estábamos en la misma situación: el curso, la memoria, la memoria del curso, el señor Inspector visitándonos cada dos por tres y el "hasta que no me vea publicada como APTA no me quedo tranquila"...

Pero ha sido, sin lugar a dudas, un año genial a nivel humano y docente. Las comidas pantagruélicas antes del curso de prácticas, Lucas tirándonos gominolas en las ponencias, las reuniones improvisadas en la sala de profesores, las tostadas de aceite y tomate de Manoli en la cafetería.... y mis niñas, mis compañeras y amigas... ¿qué decir de esos viajes en tren y bus al instituto? ¿cuántas confesiones? ¿cuántos consejos? ¿cuántas risas? Sin duda lo que más voy a echar de menos es volver a pasear por los pasillos del Ies con "mis ángeles" al lado levantando envidias, filias y fobias...

Un apartado especial lo tienen mis alumnos. No voy a realizar una enumeración exhaustiva de la cantidad de mensajes, regalos y abrazos que he podido recibir en estas dos semanas de fin de curso. No quiero ser demasiado pedante. Pero sí me voy a permitir unas breves líneas de autoafirmación y autocomplacencia profesional y personal.

Me quedo con cada uno de vuestros gestos, vuestras sonrisas, vuestras lágrimas sinceras por la posibilidad de no vernos el año que viene, con cada una de vuestras palabras. Pero hay algo de lo que me enorgullezco sobre todo, algo en lo que habéis coincidido todos vosotros sin saberlo; mis alumnas de tutoría en sus correos, Sara y Sandra en ese vídeo que me hicisteis y que no puedo ver sin que se me salten las lágrimas... todos me agradecéis el que aparte de haberos sabido transmitir mi asignatura os haya enseñado a ser mejores personas, a aceptaros como sois y a aceptar y respetar a los demás... y eso es más importante que cualquier poeta o que cualquier análisis sintáctico... GRACIAS A VOSOTROS. Por todo.

Un año académico se cierra. El año que viene no sé dónde estaré ni qué alumnos me recibirán, ni cómo me recibirán... pero ahora tengo dos meses por delante, dos meses para descansar, para viajar, para recopilar experiencias, recuerdos e imprimir en la memoria y en el alma nuevas fotografías vitales.

El verano siempre es para mí un momento catártico, renovador, el del año pasado lo fue. Este me llevará a Cádiz, a Amsterdam y tendrá probables escapadas de fin de semana a Valencia que culminarán, para empezar bien el curso, con una última huída a Ibiza... Y dónde surja... A disfrutar.


























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.... El ramo resiste chicos :=)

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