El blog casi tiene la misma función de un diario, nos permite transmitir en la medida que queramos una parte de nosotros. Sé que lo tengo abandonado en cuanto a diseño y los post salen con cuenta-gotas, pero como he dicho es una cuestión de falta vital de horas al día. En cuanto tenga tiempo para ponerme frente al ordenador sin remordimientos pondré en práctica los útiles consejos de Kialaya (a la que le agradezco desde aquí su ayuda, no ha caído en saco roto...) y reformaré el diseño y contenido.
Este post, que probablemente sea el último hasta las oposiciones, tiene algo de cierre de ciclo y comienzo de otro. Un ciclo marcado inevitablemente por el próximo examen de junio. Mis oposiciones son para el Cuerpo de Profesores de Educación Secundaria y son cada dos años. Justamente ahora va a hacer dos años desde la primera vez que me presenté. La preparación del examen en un momento y en otro ha sido totalmente distinta.
Aprobé el examen, aunque sin plaza, y a pesar de que fue un golpe duro, los momentos que he vivido desde que entré de interina han traído un saldo muy positivo.
"El lenguaje es poder, la literatura es amor y la poesía es el alimento del alma".
Que además el Jefe de Estudios y el Director de los distintos institutos por los que he pasado te feliciten personalmente por tu trabajo es un baño de orgullo.
Ese año además, por "complot de mis tutorandas" Anita y Rocío, fui la encargada junto con otro profesor de organizar el viaje de intercambio que todos los años realizaba el instituto con uno en Suecia, concretamente en una pequeña ciudad llamada Umea. Fue una experiencia increible. No sólo a nivel académico (nos llevan siglos, en la misma línea que los finlandeses de los que hablaba en un post anterior) sino a nivel humano. La convivencia con los alumnos suecos-españoles, los profesores y toda la gente maravillosa que conocí allí me marcó para siempre. ¿Un momento y una persona? Lo tengo claro.
De izquierda a derecha: Bror, Goran, yo, Bierre y Jose. Los "profes".
Un momento: de vuelta de las cabañas en la nieve (porque estuvimos tres días en los Alpes escandinavos, en Borgafjäll) cruzando la montaña con las motos, Goran (el profe-conductor de la moto de nieve) paró en mitad de la nada para que viéramos una aurora boreal. No la llegamos a ver pero el espectáculo aun así fue grandioso. La noche más repleta de estrellas en el silencio más absoluto. Creo que podía oír mi corazón. Tanta belleza mareaba, casi como el síndrome de Stendhal.
Una persona de aquella experiencia: Goran. Uno de los hombres más increibles, interesantes e inteligentes que he conocido en mi vida. Con un enorme conocimiento del mundo, él me animó a que fuera yo sola a Inglaterra. Y ahí que me fui en verano, donde conocí también a gente extraordinaria, otro reto.
Desde la izquierda: yo, Moni, Paolo, Ralph y Sara
Este año no he podido viajar nada porque debía estudiar, pero aun así ha sido un buen año. Dos institutos en los que he estado muy cómoda, aunque radicalmente distintos. El primero con algunos alumnos conflictivos muy problemáticos pero con una plantilla de profesores jóvenes que actuábamos en piña. El segundo, en el que terminaré el curso, un bálsamo de aceite. Realmente estoy disfrutando dando clase. Es una gozada. Me toman por mucho más joven de lo que soy (lo que a veces es malo aunque sea halagador...) pero tengo una relación de respeto, complicidad y empatía total con mis alumnos, y estoy encantada. Ya tendré tiempo para desilusionarme de la educación y de tener malas experiencias, que, como las "bruxas" haberlas las hay...
Lo bueno de trabajar es que tienes una vida mucho más rica. Lo malo es el poco tiempo y las pocas ganas que te quedan para estudiar. Aun así, ha sido este también un buen año. Con momentos duros a nivel personal y familiar, pero con gente maravillosa que ha ido entrando en mi pequeño universo. Unos se quedarán, otros seguirán su camino, la vida es así...
extraordinario.
No dejes de creer que las palabras
y las poesías sí
pueden
cambiar el mundo."