02 mayo 2008

El lado oscuro del corazón

Ayer vi esta película: "El lado oscuro del corazón" de Eliseo Subiela. La tenía grabada desde hacía tiempo, reservada para un momento de soledad en el que poder empaparme de ella. Pero fui retrasando su visionado hasta dejarla casi en el olvido. Supongo que porque, además de por falta de tiempo, tenía muchas expectativas puestas en ella, y yo, en el tema de las expectativas, casi siempre salgo defraudada. Pero, por casualidades de la vida (que es como surgen las mejores cosas, cuando te "asaltan" por sorpresa), la película volvió a mí a raíz de un texto que comentamos en la academia, porque, daba la casualidad, de que al profesor en cuestión le encanta este filme. El texto es de Oliverio Girondo, y de hecho es la forma magistral que tiene el director de comenzar su cinta:

"No sé, me importa un pito que las mujeres /tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;/ un cutis de durazno o de papel de lija./ Le doy una importancia igual a cero, /al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco/ o con un aliento insecticida./ Soy perfectamente capaz de sorportarles /una nariz que sacaría el primer premio/ en una exposición de zanahorias;/¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,/ bajo ningún pretexto, que no sepan volar./ Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! /
(...)
Después de conocer una mujer etérea,/ ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?/¿Verdad que no hay diferencia sustancial /entre vivir con una vaca o con una mujer/ que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?/ Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender/ la seducción de una mujer pedestre,/ y por más empeño que ponga en concebirlo,/ no me es posible ni tan siquiera imaginar/ que pueda hacerse el amor más que volando".

Este tampoco es el poema completo, sólo es una selección del mismo, pero el texto es fundamental para entender lo que vamos a ver los 119 minutos siguientes, porque el protagonista, que curiosamente también se llama Oliverio, pasará toda la cinta buscando "a la que vuela".
Así, este poeta bohemio y alejado de cualquier atadura social, recorrerá Buenos Aires buscando a esta mujer "volátil" mientras es acosado por la Muerte, otra fémina con la que mantendrá una curiosa relación, con la que habla, come, e insulta ("muerte puta, muerte inexorable..."). La Muerte no intenta llevárselo, no, todavía no es su turno, lo que intenta es convencer a Oliverio de que se integre en la sociedad y deje la vida que lleva. Así, con un periódico en la mano abierto por la sección de "ofertas de empleo" y (eso sí), vestida de un negro riguroso, como en una de las mejores escenas del realismo mágico, le insta a que busque un "trabajo real": "¿dónde pone aquí: se buscan poetas?" a lo que Oliverio siempre responde lo mismo: Yo no quiero esos trabajos: soy poeta.
C
Al margen de consideraciones críticas de si es factible, o al menos maduro, llevar el tipo de vida que defiende el protagonista, lo que sí creo que es incuestionable (y en esto soy "I-RRE-DUC-TI-BLE") es que hay que vivir la vida con pasión. Hagas lo que hagas, vivas como vivas, seas quien seas... pero con pasión. Como decía Walt Whitman: "Disfruta del pánico que te provoca/tener la vida por delante./Vívela intensamente, sin mediocridad".
Caminar por el mundo a dos palmitos del suelo, lejos de los convencionalismos, de la abulia, de la apatía, de la vulgaridad... Ser seres únicos, como lo somos cada uno de nosotros. ¿Y cual es la vía que le hace posible al protagonista alejarse de la mediocridad? Una mujer, pero no una cualquiera, una que le haga volar. Compartir la vida con alguien que le lleve más allá de la realidad cotidiana, que le haga pasar al otro lado. La vida plena a través del amor. Por eso busca Oliverio a "la que vuela", y aunque se equivoca una y otra vez no ceja en su empeño. Porque hay que intentarlo. Siempre. Aunque duela. Las personas aparecen en tu vida por un motivo, y de todas se extrae una enseñanza. Todas tienen una misión para contigo. Aunque no se queden y salgas herido. Porque, como le reclama el protagonista a la Muerte cuando ella le pregunta si le gusta sufrir: "Mejor herido que dormido. (...) A veces una herida te recuerda que estás vivo. Es esto el amor, mi estúpida muerte, es esto, cómo explicártelo, pobrecita, si entendieras esto estarías viva".
C
La película termina de la misma forma que empieza, haciendo referencia al texto de Girondo. Esta vez en labios de una mujer, que antes de que Oliverio siga hablando le corta y le dice: "Te quiero aclarar de entrada: soy capaz de perdonar muchas cosas, pero hay en una en que soy irreductible, no le perdono a un hombre, bajo ningún pretexto, que no sepa volar, si no sabe volar, pierde el tiempo conmigo." Finalmente, el círculo se cierra...
cc
No sé... bueno, sí lo sé. Soy una romántica sin remedio y ahí estoy del todo con el protagonista. No sé "no sentir", ni puedo estar con nadie que no me haga "elevarme unos centímetros de la realidad", que no me haga soñar. Soy visceral (aunque no irracional) y creo que en el momento en que deje de hacer las cosas con pasión e ilusión tendré que pararme a hacer balance, porque algo andará mal.


Valoración final: Una obra maestra. Poesía pura en la que no sólo hay textos de Girondo sino de Juan Gelman y de mi adorado Benedetti (que además aparece en la película) insertos en el momento preciso. Un ejercicio de lirismo y buen hacer en el cine. Sin duda se ha ganado un huequito en mi corazón, en el lado oscuro o en el lumínico, en el que quiera.

9 comentarios:

Sandy Gallia dijo...

uy! yo he tenido mala suerte con esa pelicula, un día la pasaban en la tv y me llamó la atención, así que la empecé a ver por la mitad, luego le ví el principio y así no se disfruta igual, de todas formas, me encantó el tono poético que manejaba
Y si, yo tampoco puedo hacer las cosas sin sentirlas, sin darlo todo, sin emocionarme... sospiro... y no sé si me gustaría cambiar

bydiox dijo...

En una de las reuniones de El COLMO Colectivo íbamos a ver la película, pero finalmente no la vimos... está en las pendientes, lo prometo.

Anónimo dijo...

Apuntada queda. Ya sabes que a mi también me gusta volar. Pero soy tan egoísta que siempre llevo paracaídas.

Vanessa Melibea dijo...

@sandy gallia:
Intenta verla "seguida" así a trozos pierde intensidad.
Yo tampoco creo que sea capaz de sentir de otra forma, no creo que quiera.

@bydiox:
Tienes que verla. Creo que te gustará.

@banyú:
Todos llevamos el paracaídas guardado por si necesitamos usarlo en algún momento...

Anónimo dijo...

¿Te gusta Subiela en general o sólo este film?

Vanessa Melibea dijo...

@socialmediamad:
Si te soy totalmente sincera esta es la única película de Subiela que he visto y he oído que es la mejor.

Kialaya dijo...

Qué quieres que te diga, pero encuentro que cuando te has pegado unos cuantos batacazos contra el muro que se llama realidad, merece la pena poner los pies firmemente sobre la tierra y que sólo tengas en las nubes los ojos para no perder ese puntito de inocente idealismo que hace falta para sobrevivir en este gris mundo.

Vanessa Melibea dijo...

@Kialaya:
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Todos hemos tenido batacazos y sufrido decepciones y es fundamental amarrar fuerte los pies a la tierra para no salir más dañados de la cuenta. Pero creo también que cuando aparece alguien especial siempre te hace "volar". Eso es a lo que me refería, y creo que todos despegamos en ese momento los pies... aunque nos quedemos de puntillas en el suelo para no perder la perspectiva.

Anónimo dijo...

Celebro que hayas visto esta joya.
Yo la vi hace años, y regreso a ella de tanto en tanto.
Es terapéutica cuando anda uno desanimado con el cine.

http://twitter.com/gudari