18 mayo 2009

Ustedes y nosotros.

"Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo".

No te quiero decir adiós... y sin embargo sé que no me queda más remedio que asumir la pérdida...

Estas letras no estaban previstas. Esta entrada debía hablar de mi viaje a Portugal y no de tu abandono. Sí, abandono, porque nos dejas un poco más sólos y más tristes...

Lo escribiste en "Presagios", no hay presagio más fiable que la muerte, pero siempre me he negado a creer, ingenua como una niña, que un día no superaras tus recaídas de salud. Y anoche la enfermedad te pudo, te rompió definitivamente e hizo que cerraras los ojos a la vida a los 88 años en tu Montevideo.

Tú que resististe una dictadura que te persiguió a muerte. Tú que te sobrepusiste a la muerte de Luz (y qué nombre tan metafórico porque siempre fue tu luz...) te me has ido. Y es que probablemente por todo ello, porque somos la consecuencia de nuestro pasado, porque vamos cargando en los hombros toda una vida de dolor, de rabia y de amor, llevabas muriéndote desde hacía tiempo. Herido por el coraje de un país herido. Herido por la muerte hace tres años de la que fue el único amor de tu vida. Herido por los que antes de ti se fueron yendo y que te hicieron empezar a pensar para qué ("Me he ido quedando sin mis escogidos/ los me dieron vida/aliento/paso/ de soledad con su llamita tenue/ y el olfato para reconocer/ cuánta poesía era de madera/ y crecía en nosotros sin saberlo/ Me he quedado sin proust y sin vallejo/ sin quiroga ni onetti ni pessoa/ ni pavese ni walsh ni paco urondo/ sin eliseo diego sin alberti/ sin felisberto hernández sin neruda/ se fueron despacito en fila india"). Te me ibas desangrando, Mario.

No recuerdo cuándo empecé a admirarte. Es curioso. Recuerdo perfectamente cuándo empecé a adorar a Bécquer. La culpa la tuvo mi madre que me leía sus poesías modulando la voz... pero no recuerdo exactamente cuándo tus versos se colaron entre mis lecturas recurrentes.
Posiblemente fuese en la facultad, cuando nos mandaron un trabajo de poesía hispanoamericana del siglo XX y te elegí. Para ello compré un pequeño libro, El amor, las mujeres y la vida, tus tres hitos, tus tres pilares, y desde entonces no he podido dejar de leerte. Tengo ese librito lleno de anotaciones, de páginas dobladitas, de señales y recuerdos... ese fue el primero. Y el último, hace unos meses, uno de cuentos, Vivir adrede, (paradójico, ¿no crees?) que empecé cuando estabas con nosotros y voy a terminar en tu ausencia...

No te olvido ni lo haré. Porque eras bueno, porque eras inmenso en tu inmensa timidez, porque me hacías conservar la esperanza de que aún es posible que existan hombres capaces de amar de forma leal, sincera y eterna. Porque dabas voz a sentimientos que los demás no somos capaces de parir. Y me emociono leyendo que, como yo, odiabas el pescado con espinas (fíjate qué tontería) y me entristece el alma saber que no voy a poder volver a decir que "mi Mario (perdona las confianzas) ha publicado un nuevo libro", que nunca voy a poder estremecerme asistiendo a uno de tus recitales de poesía (qué afortunada fuiste, Julia)... Pero siempre me quedarán tus versos, tus entrevistas, tu voz. Siempre te recordaré recitando tus poemas en alemán, idioma que manejabas a la perfección, en El lado oscuro del corazón, esa joya hecha cine.

Nos dejaste bien claro que existían "dos bandos": ustedes y nosotros. Los de los intereses, los falsos y desleales, los de las apariencias, los prepotentes y orgullosos, los que no tienen ideales... Y los sencillos, los sinceros, los fieles a sus ideales, los que persiguen sus sueños... los poetas de la utopía.

Déjame quedarme en "tu bando", en el bando de la alegría, el compromiso y el amor, en el bando de los que seguimos pensando que las palabras pueden cambiar al hombre y al mundo...















Te quiero

Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía,
Tu boca no se equivoca;
te quiero por que tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aurora,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Qué triste me has dejado el alma, Mario...

.

5 comentarios:

Raquel. dijo...

Qu ... Leer másé mensaje tan bonito. Yo, a veces, trato de explicarle a alguien que cuando un poeta te ha acompañado desde siempre y te ha ayudado a forjar esos sentimientos de justicia, lucha, solidaridad, resistencia... Y, por qué no, también de bondad y amor, se convierte en ese amigo entrañable que siempre está presente. Y, cuando escuchas la noticia de su muerte, sientes un pequeño hueco en el alma por el que termina entrando el vacío. Y esa sensación es muy fría y muy triste. Pero no siempre logro que dejen de mirarme como un bicho raro. Contigo es fácil. Gracias. Y al resto... Pues qué le vamos a hacer; unos lloran porque el Madrid pierde un partido... Y a mí lo que me parte el alma es que Benedetti nos deja huérfanos de sus palabras.

Anónimo dijo...

Maravilla de comentario, te has salido mi niña!!!!!!!!Incluso me has puesto los pelos de punta, y uns lágrimillas han salido de mis ojos.
Yo no conozco tanto al sr. Benedetti, y lo siento, Bécquer no es mi poeta preferido, pero también envidio a Julia por haber asistido a uno de sus recitales poéticos.
Ya sabes, cuando puedas y lo sientas, guíame por el camino de la emoción de don Mario, que siempre te lo agradeceré. A cambio te dejo una de sus grandes poesías, para que empecemos por ella: Táctica y estrategia.

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
mo sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Vanessa Melibea dijo...

Raquel: Ya te lo he dicho, me siento muy identificada pero ya estoy acostumbrada a que me miren "un poco raro", pero bueno, ya sabes, como dice Benedetti: ustedes y nosotros, yo me quedo en su bando.

Miri: Mi compi, me produce una secreta alegría vanidosa saber que te ha gustado lo que he escrito.
Tampoco soy experta en Benedetti ni conozco toda su obra pero sentía una sincera simpatía y cercanía hacia él. Me parecía entrañable. Y adoraba todo lo que leía de él.
Sé que hay poetas mejores, más perfectos que Bécquer, pero también como hacia Benedetti siento hacia él un cariño especial. Me lo leía mi madre de pequeña y aprendí a interesarme por la poesía gracias a él. No sé si has leído "Cartas literarias a una mujer". Es machista, como casi todo lo de la época, pero hermoso. Te dejo una frase:
La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el
sentimiento es la mujer.

Fernando J. López dijo...

Qué hermoso reecontrarte, Vanessa, por aquí.. y sobre todo, disfrutar de tu precioso blog. Un beso enooooorme desde el San Juan Bautista (¿te acuerdas...?) :-)Fernando

Vanessa Melibea dijo...

Fer!!! No sabes la ilusión que me hace reencontrarte y que te guste el blog. Sé que soy un desastre y que os tengo abandonados... Besitos compi y me agrego tu blog a mi Google Reader.
Besitos ;-)